martes, 4 de noviembre de 2014

ROSCONES DE CORTES DE LA FRONTERA

ROSCONES DE CORTES DE LA FRONTERA
Decía el famoso escritor argentino Julio Cortázar que los sueños eran su principal fuente de inspiración. En mi terreno, el de la cocina, los principales cocineros acuden a conferencias, exposiciones, mesas redondas y todo tipo de certámenes o eventos gastronómicos para conseguir esa idea o chispa que la genera. En mi caso la cuestión es mucho más simple pues con marcharme un día al pueblo me doy de bruces con el recetario más rico y representativo de mi tierra andaluza.
                La receta de los Roscones se puede catalogar dentro de las denominadas Frutas de Sartén pues en ella se retoma una técnica olvidada y en desuso en la que, pues tras un nombre tan sugerente como el de fruta de sartén, se esconden mil y una formas de presentación de dulces y postres que a día de hoy siguen estando vigentes y, si me apuran incluso de moda.  
               
Sin lugar a dudas, llamamos fruta de sartén a la masa compuesta a base de harina, agua, azúcar  y huevos que se fríen ayudados o no de diferentes moldes. Ejemplos existen muchísimos en nuestro recetario y podríamos citar a los borrachuelos a modo de botón de muestra de cómo una preparación es más común entre nosotros de lo que podría parecer a
simple vista. Roscos, rosquillos, hojuelas y hojeruelas, amarguillos de Ronda, orejas de carnaval, hojeretas, canutos, flores o floretas, forman un largo etcétera en el catálogo de dulces que se elaboran usando el mismo proceder y que la imaginación, en cuanto a su forma de ser fritos,  ha diferenciado entre sí además de  la composición de su bañado externo o relleno interior. También conocidas por el suculento nombre de chuparquías, se elaboran diferentes masas bañadas en miel en el norte de Marruecos, exactamente en la judería de Tetuán,  procedentes de los numerosos judíos que fueron expulsados de España (Sefarat para ellos) y que allí se afincaron conservando sus costumbres gastronómicas,  ligadas a la religión y sus fiestas que conmemoraban friendo estas frutas de sartén en la Pascua hebrea y que nosotros las tomamos como propias,  haciéndolas populares en Semana Santa o en la época en la que estamos de primeros de Noviembre con la festividad de Todos los Santos, cuando se marcharon expulsados de mala manera en un intento de hacer olvidar a éstos por los que se quedaron.


INGREDIENTES
Aceite de oliva 125 ml, Anís en grano, Agua 1 vaso y ½, Harina fina ½ Kg., Miel de flores, huevos (7 u 8)
                Disponemos 1 vaso de aceite (250 ml) y reservamos 1 y ½ de agua. Calentamos el aceite a fuego lento con granos de anís hasta que se tuesten, momento en que retiramos el aceite del fogón y sacamos los granos con una espumadera y agregamos el agua muy poco a poco para que no se suba y nos queme.
                 Echamos ½ kilo de harina fina en un bol y le agregamos poco a poco con ayuda de una varilla o un cucharón el preparado anterior de agua y aceite. Trabamos el conjunto con paciencia hasta que tengamos algo parecido a una bechamel bastante apretada.
                Con la masa fría rompemos siete u ocho huevos sobre esta y amasamos hasta que se haga homogénea pues haya admitido los huevos.
                Incorporamos la masa a la rosconera y apretamos con el émbolo de madera para que salga por el extremo estrecho en forma de estrella para freírla en abundante aceite como si de churros se tratara. En la misma sartén donde se están friendo, cortamos con una tijera a la medida que queramos y sacamos sobre una fuente con papel de cocina para que absorba el exceso de aceite.
               
Calentamos a fuego lento miel de flores disuelta en una parte de agua por cada cinco de miel y rebozamos en ella los roscones.

  

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