Si
existe un elemento representativo de la época del año en la que nos encontramos
podría ser, junto a los mantecados, el turrón. En el turrón encontramos el
postre por excelencia de la navidad, se coma o no se coma, eso da igual porque
de cualquier manera lo vamos a comprar. De hecho, no existe mesa de Nochebuena
donde no se saquen un surtido de tabletas de turrón tras la cena; tabletas que
luego no se comen debido al atracón que nos acabamos de dar, pero que si no
estuviesen allí parecería que no estamos en lo que estamos.
Existen referencias a la elaboración del turrón que se remontan al siglo XV, aunque de la
manera que hoy lo conocemos hay una historia que no puedo resistirme a contarla
y que explica el origen de la receta actual y de su presentación tal y como lo
comemos hoy día.
La historia se remonta allá por el año 1703,
según Figueras Pacheco en su
libro de Sigüenza, en una Barcelona
asolada de una epidemia de peste que trajo a la ruina al gremio de la
pastelería. Por este motivo, se organizó un concurso buscando una receta para
obtener un postre que fuese duradero y no dejase de estar bueno aunque se
pusiese
duro con el paso del tiempo. Al concurso asistieron trece gremios y lo
ganó un señor que se llamaba Pablo Turrons, con un postre hecho a base de miel,
almendras y piñones con la apariencia de una piedra. En cuanto al nombre, es
obvio que se debe al ganador del concurso.
Pero no es sólo esta la única historia que nos habla del origen de la
palabra turrón, hay una corriente de opinión que nos muestra el origen del
término como una derivación de la palabra levantina torrat, que describía a la masa de miel y frutos secos que se
cocían hasta dorarse y se maleaban para dar forma. Por último, y no menos
curiosa, hay otra historia que nos cuenta que el turrón se creó por los árabes
como arma de guerra. Ésta la llevaban los soldados en sus zurrones para
alimentarse, a modo de barrita energética que no se ponía dura porque ya lo
estaba y no se ponía mala en mucho tiempo pues procedía de la cocción de
azúcar, con lo que aportaba una reserva de calorías enorme a quien disponía de
ella en los largos desplazamientos militares en pos de conquistas.
INGREDIENTES Y PREPARACIÓN
¾ taza de nata líquida, ¾ taza de azúcar, ¼ taza de leche, 1 vaina de vainilla, 1 piel de limón 1 rama de canela,3 huevos enteros , 2 yemas de huevo, 1/2 tableta de turrón de Jijona, 1/2 granada, un puñado de pistachos
Precalentamos el horno a 130º en primer lugar. Tras esto, mezclamos la leche y la nata en un cazo. Añadimos la canela, la vainilla, la cáscara del limón y ¾ de taza de azúcar. Calentamos el conjunto y lo apartamos en el primer hervor añadiéndole el turrón desmigado con la batidora para que se vaya fundiendo.
En un bol, mezclamos 3 huevos enteros y las yemas de otros dos y añadimos la leche aromatizada muy despacio sin dejar de batir. Cuando sean homogéneos la leche y los huevos, llenamos con esta mezcla unos moldes que habremos engrasado en el fondo con miel previamente calentada hasta que sea espesa y de color marrón oscuro.
Colocamos las flaneras al baño María con agua en el fondo hasta la mitad de los moldes e introducimos en el horno unos 45 minutos aproximadamente. Pasado este tiempo, comprobamos si los flanes están en su punto pinchándolos con una aguja o brocheta y comprobando que ésta sale limpia, signo de que los flanes están listos.
Para presentar, desmoldamos los postres y les rociamos las granadas y los pistachos encima y alrededor.
Un muy buen postre para empezar el año divinamente....felicidades !!!!
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