jueves, 21 de junio de 2007

CREMA FRIA DE CALABAZA Y MANGO

CREMA FRIA DE
CALABAZA Y MANGO

El amor ha sido siempre la chispa que ha movido el mundo. Por este motivo, han estallado guerras, han discutido amigos, primos, hermanos, y ha habido hombres que han sido capaces de lo mejor de sí mismos por conseguir el reconocimiento de su amada. Por el contrario, si este sentimiento no es correspondido, puede hundir al más entero y derribar al más fuerte. Cuando un amor no se corresponde, siempre ha sido descrito como si al despreciado le hubiesen dado calabazas; también recordarán aquellos que disfrutábamos de sólo dos cadenas de televisión, el concurso 1,2,3… responda otra vez, donde el premio gordo era un flamante SEAT 131 Supermirafiori y el que se iba con las manos vacías se llevaba la calabaza Ruperta. Por todo esto, la calabaza siempre se ha relacionado con el perdedor, con el que se vuelve de vacío sea cual sea su empresa. ¿Por qué ocurre esto?
La calabaza pertenece a una gran familia, las cucurbitáceas, que además de tener un nombre muy sugerente también tiene entre ellas a la sandía, el melón, el pepino, el calabacín… así hasta 850 especies que se caracterizan por crecer en el suelo y tener una piel gruesa que las protege de las condiciones extremas que necesitan para madurar. Su origen es asiático y los mismísimos egipcios ya la cultivaban.
La mala fama de la calabaza, en cuanto a fruto poco aprovechable, le viene porque en un principio sólo se aprovechaban de ella las semillas, desechando lo demás. Es por ello que al quien le daban una calabaza era como si no le hubiesen dado nada, pues tras esa apariencia enorme, no se podía aprovechar demasiado. De esta forma, si se acercaba el Romeo de turno a su Julieta con la mejor de las intenciones y volvía por donde había venido, se decía que le habían dado calabazas pues volvía vacío, como las mismísimas calabazas.
Allá por el siglo XV, los españoles introdujeron la calabaza en Europa, donde en los países de clima cálido su cultivo obtuvo mayor éxito, dando lugar a unas variedades de calabaza con más pulpa en su interior y sabor más afrutado, erradicando la mala fama que tenía este fruto como inútil.
Tenemos principalmente dos tipos de calabazas, la de verano y la de invierno, por lo que podemos disfrutar de ella todo el año. En particular, los andaluces somos un ejemplo de aprovechamiento, pues la mayoría de nuestros guisos y potajes llevan un buen trozo de calabaza como complemento. En mi opinión, el uso más brillante que hemos conseguido de la calabaza es el llamado cabello de ángel que, aunque parezca mentira que una cosa tan fina como ésta salga de la calabaza, siendo justos es la calabaza más elegante de todas sus variedades la que se usa, como no podía ser de otra manera, la calabaza confitera que sale en invierno.
Personalmente, estoy de acuerdo con aquellos que defienden la cocina de colores y el mensaje que nos transmite al comerla. En particular, cualquier alimento anaranjado resulta muy energético y vigorizante. En la mesa, el factor psicológico que nos transmite el color, olor y textura de un alimento, provoca a su vez un efecto distinto en quien lo coma, dependiendo que su predisposición sea positiva o negativa al comerlo. Con esta receta, tenemos un claro ejemplo de cocina positiva gracias a su atrayente color y presentación sin lugar a dudas.
En la receta de esta semana, combinamos el mango y la calabaza, lo que provoca un contraste cuyo resultado es un agradable sabor agridulce. Como la tomaremos fría, el dulzor inicial al cocinarla, se mitigará más tarde y tenderá a rebajarse y a matizarse. También debemos observar un detalle: es conveniente cocer con agua mineral, pues realza el sabor de la verdura.
En estas fechas, que hemos empezado a ir a la playa, esta receta es ideal para llevarla en un termo fresquita, que los niños se tomen un vasito de sopa de verdura repleto de vitaminas antes del acostumbrado bocadillo. Pruébenlo y ya me dirán que les parece la propuesta.

INGREDIENTESAceite de oliva, 100 ml. ½ l. de agua mineral, 500 g. de calabaza redonda,200 g. de mango, Azúcar, 40 g.
La preparación de esta receta es bien sencilla, de ahí que sea otro motivo para que nos animemos a prepararla un día de playa. Para ello disponemos una olla con agua mineral, donde coceremos veinte minutos la calabaza pelada. Pasado este tiempo, incorporamos casi todo el mango también pelado y el azúcar y dejamos cocer unos tres minutos más. El resto del mango, unos 50 g., lo reservamos pelado y cortado en cubitos pues nos ha de servir como guarnición.
Es conveniente comprobar el dulzor del preparado cuando apartemos del fuego, por si necesitase más azúcar. Tras ello, pasemos el contenido de la olla por la trituradora e iremos añadiendo aceite de oliva al objeto de que emulsione, como si fuese un gazpacho, durante unos cinco minutos hasta que su textura sea similar a una crema.
Por último, debemos dejar enfriar a temperatura ambiente para meterla después en el frigorífico.
Al momento de servir, podemos decorar con unos dados de mango y unas hojitas de albahaca fresca.
Espero que os guste esta sencilla receta.

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