LAS AVENTURAS DE UN PEÑISTA EN LA FERIA DE MALAGA
La identidad de los superhéroes es secreta, su secreto mejor guardado. Junto a nosotros, coexisten por toda Málaga personas con fuerza y poderes sobrenaturales sin ser conscientes de lo extraordinario de sus habilidades. Pongamos un ejemplo de un superhéroe cualquiera de los que pululan a nuestro alrededor.
Nuestro superhéroe se llama Peñita-Man, está casado y tiene tres hijos además de la suegra consorte, digo consorte porque la lleva pegada allá donde vayan. Nuestro amigo pertenece a una peña y lleva años en ella, siendo una segunda casa para el. Tres semanas antes de la Feria, al salir del trabajo se pasa un “ratito” por la caseta, por si puede echar una mano sin entretenerse demasiado. Obviamente le dan las tantas porque se ha hinchado a currar. Su presidente, tiene el detalle de invitar a los socios colaboradores a una copita para aliviar esfuerzos, en el quiosco de Enrique el loco, por eso llega a las tantas y pico todos los días durante las semanas previas a la Feria y, encima, su mujer le dice que si ha bebido, que le está hartando tanta peña y que trabajen otros, que siempre sois los mismos tontos. Peñita-Man se levanta a diario con bronca y se va a trabajar con falta de sueño.
Peñita-Man ha cogido vacaciones, toda la semana de Feria, y ese mismo viernes se pasa “un momento” por la caseta para disfrutar de ella casi terminada, antes de que el bullicio le haga perder parte de su encanto. Este encanto, se fabrica con la ilusión con que trabajan cada uno de los peñistas, durante el tiempo anterior al inicio de la Feria. Por supuesto, Peñita-Man llega tarde para ir al pregón y a los fuegos por que se enrolla, de manera que su mujer con los niños tienen que irse sin el. Sólo se encuentra a su suegra en casa que lo mira de reojo de forma inquisitoria, y Peñita-Man se encoge de hombros reflexionando: “…si es que me han liado…”
El primer día de Feria, y de sus vacaciones, Peñita-Man tiene turno de barra en la caseta porque se supone que es el más fuerte y hace falta gente. Efectivamente, llega a casa a las ocho de la mañana del otro día, el segundo de sus vacaciones, y se acuesta casi sin desvestirse de lo cansado que está. Al despertar, casi después del mediodía, le zumban en los oídos la música de la caseta y los clientes pidiéndole bebidas; al fondo, muy tenue, escucha la voz del pequeño de sus hijos que le recuerda que los tiene que llevar a los carricoches. Se recalienta el almuerzo el solo, porque su mujer ya no le habla, y se vuelve a acostar. Pasadas unas horas, le despierta de nuevo el pequeño; todos están arreglados menos él, que no puede con su cuerpo, y lo están esperando en el salón. Tras vestirse y adecentarse salen para la Feria nuestro Peñita-Man, su mujer que sigue sin hablarle, los tres niños y la suegra que dice que irá, pero sin ganas.
Perrito piloto, noria, carricoches, escopetillas de plomo, algodón dulce, más carricoches, tómbola… ¡que dolor de pies!
Tras dos horas y media, los niños tienen hambre y deciden parar en la peña para cenar. La situación se agrava porque allí se hacen fuertes las esposas de todos los Peñita-Man del barrio y se cuentan entre ellas los reproches hacia sus maridos. Nuestro Peñita-Man, no lo aguanta y se va a la barra para tomar algo y no escuchar lo que se le viene encima.
Y ahora en serio, si tras esta breve descripción, habiendo gastado casi toda la paga el primer día de Feria, apenas le queda voz y no teniendo ya cuerpo para nada el segundo día, si no estamos hablando de un superhéroe, porque aguantará hasta que la Feria acabe en ese plan, que venga Dios y lo vea. Además, nuestro héroe todavía no ha cenado y daría lo que fuese por encontrar algo en la cocina de su casa cuando vuelva y todos se hayan acostado. La propuesta de esta semana es muy apropiada puesto que no es más que un pescado marinado y frito, que se puede comer muy bien en frío.
Por esto y como homenaje a todos los hombres y mujeres que trabajan de forma anónima por nuestras peñas, les ofrezco este comentario semanal y su posterior receta. Que disfruten. Gracias por todo.
INGREDIENTES
4 Filetes de Rosada gruesos, 4 dientes de ajo,
Aceite de oliva, 2 Limones grandes,
Sal y Pimienta, Perejil fresco, una ramita.
Harina fina, Pan rallado,
2 Huevos, Vino blanco seco, una copita.
En primer lugar vamos a comenzar la receta en el mismo mercado, pidiendo a nuestro pescadero que nos corte cuatro filetes bien gorditos de rosada. Una vez hecho el primer corte, debe girarlos y volver a cortar, esta vez de forma transversal en forma de bastoncitos largos y no demasiados finos, para que no se rompan al manipularlos.
En cuanto que dispongamos de los filetitos, bartolitos para nosotros, en casa los vamos a marinar con un buen sazonado con sal y pimienta, los colocamos en una fuente profunda o en un bol y le añadimos los dientes de ajo cortados lo más fino y pequeño posible, además del perejil recién trinchado. A todo el conjunto lo regaremos con zumo de limón en abundancia y un chorrito de vino blanco seco, removiendo con las manos para que se impregne toda la rosada del marinado y lo cubriremos con aceite de oliva, dejando que repose en la nevera tapado al menos unas seis horas.
Transcurrido este tiempo, preparamos la mesa de trabajo para un rebozado empezando con harina, huevo batido después y terminando con pan rallado. En este punto debemos observar que antes de realizar esta operación, hemos de escurrir el pescado en un escurridor para que suelte todo el aceite sobrante.
Una vez enharinado, calentamos aceite y procedemos a freír los bartolitos de rosada de manera que nos queden bien crujientes. Terminado la fritura, usamos papel de cocina sobre una fuente para que los fritos suelten el aceite de exceso.
Este plato soporta muy bien el hecho de comerlo frío, pasadas unas horas de su cocinado. Esta es la baza con la que jugamos para destacarlo como apropiado para cuando se vuelve a casa tarde y apetece un picoteo antes de dormir. Espero que les guste.
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