lunes, 17 de diciembre de 2007

PATATAS REVOLCONAS




Si preguntásemos a más de un niño, seguro que no imagina ni por un asomo que la leche que bebe viene de ordeñar una vaca, ni que el jamón que tanto le gusta sale del cerdo, que por cierto le da asco y encima huele muy mal. Lejos de todo lo que puede parecerse al campo y a la crianza animal, cualquiera de los pequeños de hoy día entiende más rápido el mundo virtual de un videojuego que el hecho de que las hamburguesas que devoran están hechas, o al menos deberían estarlo, de la carne de las sucias vacas que mastican sin descanso hierba que, además, cogen del suelo.


En contrapartida a este panorama que tenemos delante, desde la llegada de los primeros fríos y hasta casi el final de Febrero, las matanzas del cerdo se convierten en un nexo entre lo actual y lo antiguo, cargando de una simbología ancestral que venia de la mano de una parafernalia casi pagana, la cual intentó erradicar la iglesia con éxito, vinculando la celebración de la matanza con la derrota que infringió la fe cristiana a la musulmana invasora.


Cuando se realiza una matanza, es casi tradicional convertir la jornada en casi una fiesta gastronómica puesto que, en la antigüedad, ésta significaba la casi segura subsistencia de la familia del dueño del cerdo durante el invierno, de ahí que un cerdo fuese como una inversión en bolsa a riesgo cero donde el beneficio se recoge en forma de chorizo.


De esta fiesta gastronómica, seguro que se van a probar las primeras morcillas, así como el hígado, freirán la sangre y por supuesto harán una prueba de matanza con el lomo. Precisamente, la receta de esta semana contiene elementos que resultan de una matanza en toda regla, una prueba de lomo, tocino fresco o panceta ahumada. Mezclando patatas con la fritura de estos productos, la labor de la matanza que no era nada cómoda pues requería de una larga jornada de trabajo, se sobrellevaba mejor. No podemos olvidar también el acompañamiento de las migas, los torreznos de tocino y las libaciones de vino tinto del lugar, que se dejaba enfriar al sereno cuando arrancaba la jornada al alba. Con todo ello, para una persona a la que le guste comer y beber, el que le inviten a asistir a una matanza es un hecho comparable a llevarse a un niño a Disneyland París.
Un abrazo.


INGREDIENTES

750 g. de patatas, 100 g. de beicon, 1 cebolla mediana,
Aceite de oliva, Sal, 1 loncha de jamón,
150 g. de lomo de cerdo, 1 pimiento verde, pimentón dulce y picante.

En primer lugar, vamos a pelar las patatas y las dispondremos a cocer en agua salada. Mientras éstas cuecen, trocearemos pequeñitos el jamón, lomo y beicon, dorándolos en una sartén al fuego y reservándolos cuando estén cocinados.
En el mismo aceite donde hemos salteado la carne, sofreiremos la cebolla y el pimiento picados muy finos y procurando estofarlos a fuego lento. Cuando se haya pochado, los retiraremos del aceite y lo agregamos a la carne que teníamos reservada, mezclando ésta y la verdura.
Cuando las patatas estén cocidas, las escurrimos y colocamos en un bol. Calentamos de nuevo el aceite donde hicimos la carne y la verdura y le echamos una cucharada de pimentón dulce y un poquito de pimentón picante. Removemos y retiramos inmediatamente del fuego para que no se queme, pues sabría a amargo.
Cuando el aceite esté tibio, vamos echándolo sobre las patatas poco a poco para que vaya absorbiéndolo, ayudándonos con una cuchara de madera con la que iremos rompiéndolas hasta que queden deshechas.
Seguidamente incorporamos la carne y la verdura removiendo concienzudamente hasta que nos quede una especie de puré.
Podemos decorar con perejil fresco trinchado o bien huevo duro picadito, que le viene genial.

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