domingo, 24 de abril de 2011

MONA DE PASCUA

MONA DE PASCUA


En numerosas ocasiones, escuchamos aquello de que a fulanito le han hecho la Pascua, refiriéndonos sin duda a que lo han fastidiado de alguna u otra manera. Esta expresión nos viene de la antigua tradición judía de engordar y mimar a un cordero para, llegada la pascua, sacrificarlo y asarlo para celebrar la fecha. Así que cuando alguien le haga la pascua, recuerde que al menos no lo han desollado ni atado a un palo para asarlo, algo es algo.

Si de hacernos la pascua hablamos, esta Semana Santa nos la ha hecho el tiempo con las dichosas nubes. Lo nuestro no tiene nombre; nos pasamos una época de sequía en la que las mismísimas ranas han de llevar cantimplora y, justo cuando llega Semana Santa, es cuando asoma la lluvia. No me negarán que no ha sido un fastidio y que nos ha dejado con la miel en los labios, la única semana del año que tiene seis días, los que hay procesiones, y que encima sólo ha habido desfiles en cuatro de ellos. En definitiva, que cuando no estamos presos nos andan buscando…

Este inicio de pascua pensaba aligerar la dieta y proponer una idea que nos ayude a perder un poco de las calorías que hemos ganado por culpa de tanto dulce típico de cuaresma y tanto día festivo, pero el sabor agridulce provocado por la lluvia y la imposibilidad de disfrutar de la magnificencia de todas las hermandades, me hace inclinarme por proponerles mejor un postre que nos endulce algo el trago amargo que hemos pasado. Ya llegarán fechas más prestas para el régimen.

Como hemos citado, nos encontramos en Pascua y si pretendemos hablar de un postre en esta fecha lo tenemos muy sencillo pues, al igual que en Semana Santa con las torrijas, las monas de Pascua son el auténtico protagonista de estos días. Aunque hemos de ser meticulosos y diferenciar dos elaboraciones que tienen el mismo nombre pero que si se trata de Cataluña es de chocolate, y en el caso de la zona levantina es de harina, huevos y azúcar.

Ustedes se preguntarán el porqué del nombre, huevo de Pascua, si se trata de chocolate o harina y huevos dependiendo de la zona. La respuesta es sencilla y se remonta más allá de los tiempos del cristianismo, teniendo su origen en la representación de la vida y la fertilidad por los mismísimos faraones de un lado, los griegos y los persas por otro. Estos últimos, los persas, celebraban la llegada de la primavera regalando huevos de gallina pintados de colores, en señal de amistad. Por su parte, los griegos consideraban que el mito del ave Fénix que se quemó y resurgió de sus cenizas, estaba representado por el huevo de donde surgió ésta ave. Esta costumbre continuó con el paso del tiempo, pero en el siglo XVI el papa Julio III prohibió el consumo de huevos en la Cuaresma, pero fomentando, al contrario, la celebración del Domingo de Resurrección con los huevos de pascua que debían ser regalados, dando paso así a una fiesta en la que involucrar a los niños en el día a día de la iglesia. Obviamente las prácticas cuaresmales de abstinencia se han ido suavizando pero, eso si, nos hemos quedado con lo que nos interesaba que no decayese, o sea los dulces.

En la zona levantina y catalana, la costumbre de regalar por parte de los padrinos a sus ahijados un huevo de pascua o una mona con un huevo dentro está muy arraigada y lo que empezó siendo siempre un pastel, ha terminado siendo en la mayoría de las ocasiones un regalo de chocolate ornamentado de forma muy artística. Los pasteleros, por su parte, han ido cuidando cada vez más su presentación y en la actualidad es un auténtico símbolo del arte repostero. De echo, el nombre de mona de pascua le viene del árabe “monus”, que significa obsequio y que fue en un principio un pan que las mujeres preparaban en las masías catalanas durante la cuaresma poniéndole un huevo duro en el centro, sujeto por dos tiras de masa en forma de cruz. Es por ello que independientemente de que sea un huevo de chocolate o un pastel con un huevo cocido en su interior, reciba el mismo nombre para los dos casos.

Precisamente son éstos últimos de los que les voy a hablar esta semana, pues creo que son más apropiados de preparar en casa frente al uso del chocolate que siempre es un engorro, además de precisar cierta experiencia en su manejo. Así que aparcaremos la dieta por una semana y espero que se les quite el mal sabor de boca de tanta lluvia, frío y viento de la pasada semana santa. Un saludo.

INGREDIENTES

200 gr. De harina, raspadura de un limón, zumo de naranja, Matalauva, una cucharada de anís, 9 huevos,
Aceite de oliva, 15 g. de levadura, 200 g. de azúcar.
Las medidas que les doy esta semana, son para elaborar una sola mona de Pascua, de manera que es cuestión de ir aumentando de forma progresiva conforme vayamos necesitando más masa.

La primera operación que necesitamos es preparar una masa que posteriormente hornearemos. Para ello, vamos a calentar la leche que sea necesaria para que la levadura que tenemos se disuelva bien, pero sólo la pondremos tibia.

Seguidamente, dispondremos en un bol seis huevos y los batiremos bien para incorporarles el azúcar, una cucharada de aceite de oliva mezclado con la matalauva, el anís y dos cucharadas de zumo de naranja natural. Cuando todo el conjunto esté bien mezclado, le añadimos la raspadura de un limón y la levadura disuelta; removemos un poco más la masa y estará lista para recibir la harina.

Con todo el líquido bien mezclado, espolvoreamos poco a poco la harina hasta que podamos empezar a amasar. Cuando la masa tenga cuerpo, una vez que la hayamos amasado un rato de forma muy concienzuda, la tapamos con un paño y la dejamos reposar alrededor de tres horas, para que fermente.

Pasado este tiempo, la troceamos en porciones con forma de panecillos y los ponemos en una placa de horno engrasada, con un huevo en el centro sujetado por dos tiras en forma de cruz sobre éste. Es conveniente cocer previamente el huevo, pero sólo unos tres minutos y que sea en el horno junto a la masa de la mona donde se termine de hacer.

Por tanto, con la masa dispuesta, sólo nos queda hornearla. Para ello usaremos los tres huevos que nos quedan, de los que separaremos las yemas y las batiremos para pintar con ayuda de un pincel las monas, espolvoreadas de azúcar finalmente. Por último, coceremos en el horno a 190º durante unos veinte minutos, más o menos, o hasta que las veamos dorar.

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