Con el verano sazonado por la sequía y nuestros famosos días de terral, el sólo hecho de sentarme a escribir la palabra garbanzo les aseguro que me ha dado calor y casi ganas de quitarme la camisa.
Lo cierto, es que nuestro apego a un plato de cuchara al que haya que soplarle antes de comer se resume y acaba en la paella de arroz, aunque la paella se coma con tenedor, en un chiringuito cerca de la playa. Todo lo que no sea eso, convierte a un plato de comida caliente en una tortura digna de la inquisición. La imagen de unos callos, unas tagarninas con su pringá o unas berzas, parecen que fuesen de otro planeta y lo único que queremos ver delante nuestra es una ensalada o una sopa fría, tipo gazpacho.
Con el tema de los guisos ocurre un fenómeno curioso, pues todo este rechazo se convierte en devoción cuando llega la feria y somos capaces de comernos unos callos a pleno Sol en una caseta al mediodía, cuando una semana antes casi nos cuesta el divorcio con la parienta el que nos pusiese un puchero en casa.
La verdad es que, aunque no apetezca, no podemos erradicar de nuestra dieta estos platos de golpe y porrazo por dos razones bien sencillas: porque el cuerpo necesita ese alimento y porque están muy buenos. Por otro lado, con la solución que les doy esta semana, matan dos pájaros de un tiro no dejando de faltar a su cita con las legumbres sin perjudicarse demasiado con estos calores.
La receta en si es muy sencilla de elaborar y, por eso, sólo les voy a dar un consejo: puesto que cualquier legumbre es apta para hacer una ensalada en verano, lo único que debemos tener en cuenta es que en el caso que nos ocupa esta semana, los garbanzos es aconsejable que sean pequeños y de piel suave, lo que conseguirá que la ensalada tenga una textura agradable de comer.
Un abrazo.
INGREDIENTES
200g. de garbanzos cocidos, 100 g. de bacon o panceta adobada,
75 g. de canónigos, 2 chalotas,
Aceite de oliva, vinagre de Jerez reserva,
Pimentón de la Vera, Pimentón picante,
Una cucharada de sésamo, Salsa de soja, una cucharada.
Perejil fresco, cilantro fresco,
Sal y pimienta.
Como utilizaremos garbanzos de bote, que ya vienen cocidos, sólo tenemos que lavarlos bien y escurrirlos. Con la panceta haremos unas tiras finitas y las saltearemos en aceite de oliva hasta que estén crujientes, reservándolas para el final.
Picamos muy pequeñitas las chalotas; son de un sabor parecido a una mezcla de cebolla y ajo así que si no las encontramos pueden servirnos estos dos ingredientes. También lavamos las hojas de canónigos y las troceamos no demasiado pequeñas.
En un bol, haremos una vinagreta con la que sazonaremos la ensalada. Así que vamos a mezclar un chorro generosos de aceite de oliva con media cucharada de vinagre de Jerez reserva, una cucharada de cada tipo de pimentón, el cilantro picado fino, la cucharada de salsa de soja, una cucharadita de café de semillas de sésamo, sal y pimienta. Batimos el conjunto con la varilla hasta que monte y reservamos.
En otro bol o una ensaladera, unimos la panceta, los garbanzos, parte de los canónigos y las chalotas picadas, removiendo bien y sazonando con la vinagreta para que se impregne todo por igual. Tras esta operación, tapamos esto y lo metemos en el frigorífico para que macere, por lo menos una media hora.
Finalmente, en una fuente o ensaladera, disponemos el resto de los canónigos como base del plato y sobre ellos colocamos la mezcla de los ingredientes con la vinagreta. Por último, trinchamos el perejil fresco y espolvoreamos la ensalada con él.
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