miércoles, 4 de julio de 2007

GAZPACHO DE SANDIA





Nos hemos plantado en el mes de Julio y el calor nos hace temer lo peor de aquí en adelante. Si nada lo remedia, esta losa en la que se convierte el verano para quien tiene que trabajar a pleno Sol, es un peso difícil de llevar.
Con todo esto, la hora del almuerzo no es un momento en el que deseemos reencontrarnos con la cuchara si no es para comernos una porra, un gazpacho o un ajo blanco. La necesidad de hidratarnos es superior a todo el apetito que hayamos podido acumular y la idea de una sopa fresca como cualquiera de éstas, nos alivia con sólo el hecho de pensarlo.
Hasta aquí todo perfecto, pero de un tiempo a esta parte, ocurre un fenómeno muy curioso cuando necesitamos usar elementos crudos en una preparación. Seamos sinceros, ¿Cuánto hace que no abren un tomate que huele a tomate como los de antaño? Realmente es frustrante, repito la palabra frustrante y perdón por ello, para los que tenemos adoración por éstos, el que cada vez sea más difícil encontrar calidad en los tomates que consumimos.
La producción acelerada, que obliga a una mata tomatera a dar el triple de fruto que daría de forma natural, provoca que los tomates se recojan antes de su punto óptimo de maduración y sea en una cámara donde lo alcancen. Todo ello da como resultado que el sabor no sea el adecuado, o al menos por lo que cuestan así lo parezca.
El problema de la falta de sabor se multiplica cuando lo que queremos es obtener un puré para hacer un gazpacho. Resulta desalentador el hecho de que un gazpacho no tenga ni color cuando se hace; del sabor no hablaré más para no ser pesado.
Por este motivo, les propongo esta semana una variante muy acertada usando una parte de sandía. De esta manera, conseguimos primero un bonito color y, además, realzamos el frescor en el paladar de un plato que tiene como propósito el hidratarnos a la vez que nos alimenta.
En relación a la sandía, es el auténtico chivo expiatorio del verano en el mercado. La visión de esta fruta en las mesas de los puestos de venta, nos anuncia la llegada del buen tiempo y, gracias a un mecanismo oculto que todos tenemos, ayuda a nuestra imaginación a vernos en la playa comiéndonos una gran pieza de ésta cerca de la orilla.
Sin ánimo de ser exhaustivo, no podemos dejar pasar el dato de que una sandía está compuesta casi en un 93% de agua, con lo que es un complemento ideal cuando las temperaturas son extremas, así como figura en toda dieta de adelgazamiento pues su aporte calórico es mínimo.
Por último, lo único que les voy a aconsejar de la sandía es que sepan escogerlas sin necesidad de abrirlas, o calarlas como decimos en Málaga. Para ello, tenemos dos procedimientos infalibles, uno es golpearla con un toque seco que debe producir un sonido similar al hueco. Este sonido nos indica que la pulpa es compacta y está repleta de agua. Otro truco para elegir una buena sandía es observar que tiene un cerco amarillento o descolorido en relación al resto. Su explicación es sencilla, la sandía es una fruta que madura al Sol en el suelo, por lo que la falta de color en un sitio nos avisa que ahí estuvo apoyada y que se recogió en su punto óptimo de maduración, que se encuentra entre finales de primavera y finales de verano.
Si les gusta el gazpacho, seguro que esta variante les agradará. En caso contrario, denle una oportunidad por si cambian de opinión.


INGREDIENTES
½ kilo de tomates maduros o de perilla, Tres dientes de ajo,
Dos pimientos verdes medianos, Pan asentado o del día anterior,
Agua, Vinagre,
Aceite de Oliva 0,4 grados, Sal,
½ kilo de sandía,


Para la guarnición:
Cebolla, Tomates,
Pimientos verdes, Pepino,
Pan, Sandía en taquitos.

En el vaso de la batidora, colocamos los tomates troceados, la sandía, los ajos pelados, los pimientos y la miga del pan, todo ello mojado con agua y un chorrito de vinagre. Trabajamos con la batidora hasta dejar una pasta fina que luego pasaremos por el chino para eliminar restos de piel, semillas del tomate y cualquier grumo.
Reservamos el colador chino con los restos de las verduras sin tirarlos, ya que si necesitamos añadir agua al gazpacho, lo vamos a hacer a través del colador para que así sea agua aromatizada con el sabor del fondo de verduras, en vez de simple agua que añadida al gazpacho nos restaría sabor al mismo.
Una vez obtenida la pasta fina del colado del fondo de verduras, comenzamos a añadir el aceite de oliva de 0,4 grados y, haciendo uso de la batidora, vamos batiendo hasta que montemos el aceite. En este punto, rectificaremos de sal y de vinagre e iremos añadiendo agua o miga de pan al gusto, para así obtener una sopa más o menos fluida.
Para obtener un gazpachote sandía óptimo, debemos ir probando conforme vamos haciéndolo, para incorporar aquel ingrediente que pensemos que está necesitando en mayor cantidad. Este paso es muy flexible, puesto que el punto final de cada gazpacho lo da la mano del que lo hace, pensando en quienes lo van a comer y en sus gustos, ya que hay quien prefiere una fuerte presencia del ajo y quien no la soporta, o bien un firme toque de vinagre o un chorrito casi testimonial. En cualquier caso, siempre hay que servirlo muy frío y con una guarnición de verduras y sandía picadas muy finamente, dispuesta en cuencos por separado, que nos permitan escoger la combinación que más nos guste.
Buen provecho.

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