“¡Que frío hace! Voy a
llamar al “súper” para que nos traigan la compra a casa, que cuando llueve no
me gusta salir”
Una cosa tan
normal como ésta, si se la cuentan a una familia de hace cincuenta años o más
de alguno de los pueblos de la serranía de Ronda, por ejemplo, se echaría las
manos a la cabeza por lo extraordinario del asunto. Como digo, hace años la
cosa no era tan sencilla cuando llegaba el invierno para poder subsistir pues
la nevera no se había inventado y la comida tenían que tratarla
convenientemente para que durase toda la estación de frío.
Desde tiempos
inmemoriales, el hombre siempre ha buscado la manera de conservar lo que
cazaba, criaba o lo que recolectaba. Para este fin, hizo uso tanto del ahumado
para secar de agua el alimento para su conservación como la aplicación del frío
en alguno casos o bien, en el caso que hoy nos ocupa, la elaboración casera de
productos para su posterior conservación en envases de diferentes materiales.
Todo esto venía a ser utilizado en tiempos de escasez en los que era necesario
proveerse de reservas, siendo así las compotas, las vinagretas, los adobados o
las mermeladas recetas maestras que son susceptibles de ser conservadas
naturalmente.
Cuando hablamos de
conservar vegetales, debemos observar que éstos sean muy frescos al momento de
manipularlos para su conservado. En primer lugar se han de escaldar por
cantidades pequeñas y posteriormente hervir en ollas con una proporción de agua y vinagre con una leve
salmuera que evitará el desarrollo de bacterias. Para el encurtido usamos
directamente el vinagre de vino, habiendo previamente escurrido el sobrante de
agua del vegetal dejándolo macerar en
sal unas horas.
En el terreno de
las frutas, las confituras y mermeladas nos permiten conservar durante mucho
tiempo éstas si se respetan unas normas básicas. El motivo es bien sencillo,
las frutas contienen un pH inferior a 4.5 por lo que es imposible que la
bacteria que las corrompe pueda desarrollarse. Por otro lado, el azúcar
empleado para estas recetas es uno de los conservantes naturales más poderosos
que existen.
Por último, las
conservas de carne o pescado son más delicadas y requieren una manipulación
especializada con normas sanitarias más estrictas. Desde la antigüedad era el
ahumado el único sistema para mantener carne de caza incorrupta, sirviendo de
alimento al objeto de sobrevivir el invierno; realmente lo que se hacía era
momificar el producto.
En nuestra cultura
era el adobado la solución para mantener la carne de la matanza en condiciones óptimas todo el
invierno, usando su cocinado y manteniéndola posteriormente en orzas con
manteca para aislar del contacto con el aire. Por este motivo contamos con una
tradición tan rica en productos de matanza, elaborando derivados del cerdo
embutidos en tripas o bien cocinados de manera que la adoración porcina se
mantenía a lo largo de todo el invierno, como si se tratase de un icono
religioso a la par de terreno,
puesto que suponía una tabla de
salvación para la propia subsistencia en esta vida material, la próxima vida
más espiritual ya llegaría en su momento...
INGREDIENTES
25 gr. de
mantequilla, ½ taza
de agua, ½ taza de harina
fina, 2 huevos, Sal
Transcurrido este
tiempo añadir el agua y poner a fuego fuerte hasta que rompa a hervir y
observemos que toma punto de caramelo, momento en que bajaremos a fuego lento
unos cuarenta minutos mas, sin dejar de remover.
Terminado este
proceso, debemos dejar enfriar y traspasar posteriormente a su envase, que
taparemos de forma correcta con un trozo de tela en la boca del tarro y sobre
éste la tapadera de rosca.
Hasta aquí podemos
decir que hay hecha una mermelada de invierno bien simpática, pero si tenemos
tiempo y ganas, podemos usarla para rellenar unos buñuelos caseros que van a
ser la delicia de propios y extraños. Para ello sólo tenemos que preparar 25
gr. de mantequilla, ½ taza de agua, ½ taza de harina fina, 2 huevos y sal.
Antes de empezar
vamos a encender el horno para que precaliente, tras esto disponemos al fuego
el agua y la mantequilla juntas y dejamos que rompa a hervir, momento en que
incorporamos el resto de los ingredientes de golpe y removemos, a fuego medio a
partir de ahora, hasta que la mezcla resultante se separe de las paredes de la
cacerola. En cuanto haga esto, apartamos
del fuego y le añadimos los huevos de uno en uno sin dejar de batir para que
liguen con la masa.
Finalmente,
colocamos con ayuda de una manga pastelera o de dos cucharas porciones de masa
sobre una placa de horno y horneamos
hasta que doren. Cuando estén hechas y frías, sólo tenemos que romper un poco
haciendo un corte transversal y rellenando de la mermelada. El resultado de
esta receta es un auténtico pecado para las dietas. Espero que les guste.
No hay comentarios:
Publicar un comentario