viernes, 1 de marzo de 2013

BUÑUELITOS RELLENOS DE MERMELADA DE INVIERNO


BUÑUELITOS RELLENOS DE MERMELADA DE INVIERNO
“¡Que frío hace! Voy a llamar al “súper” para que nos traigan la compra a casa, que cuando llueve no me gusta salir”
                Una cosa tan normal como ésta, si se la cuentan a una familia de hace cincuenta años o más de alguno de los pueblos de la serranía de Ronda, por ejemplo, se echaría las manos a la cabeza por lo extraordinario del asunto. Como digo, hace años la cosa no era tan sencilla cuando llegaba el invierno para poder subsistir pues la nevera no se había inventado y la comida tenían que tratarla convenientemente para que durase toda la estación de frío.
                Desde tiempos inmemoriales, el hombre siempre ha buscado la manera de conservar lo que cazaba, criaba o lo que recolectaba. Para este fin, hizo uso tanto del ahumado para secar de agua el alimento para su conservación como la aplicación del frío en alguno casos o bien, en el caso que hoy nos ocupa, la elaboración casera de productos para su posterior conservación en envases de diferentes materiales. Todo esto venía a ser utilizado en tiempos de escasez en los que era necesario proveerse de reservas, siendo así las compotas, las vinagretas, los adobados o las mermeladas recetas maestras que son susceptibles de ser conservadas naturalmente.
                Cuando hablamos de conservar vegetales, debemos observar que éstos sean muy frescos al momento de manipularlos para su conservado. En primer lugar se han de escaldar por cantidades pequeñas y posteriormente hervir en ollas con  una proporción de agua y vinagre con una leve salmuera que evitará el desarrollo de bacterias. Para el encurtido usamos directamente el vinagre de vino, habiendo previamente escurrido el sobrante de agua del vegetal  dejándolo macerar en sal unas horas.
                En el terreno de las frutas, las confituras y mermeladas nos permiten conservar durante mucho tiempo éstas si se respetan unas normas básicas. El motivo es bien sencillo, las frutas contienen un pH inferior a 4.5 por lo que es imposible que la bacteria que las corrompe pueda desarrollarse. Por otro lado, el azúcar empleado para estas recetas es uno de los conservantes naturales más poderosos que existen.
                Por último, las conservas de carne o pescado son más delicadas y requieren una manipulación especializada con normas sanitarias más estrictas. Desde la antigüedad era el ahumado el único sistema para mantener carne de caza incorrupta, sirviendo de alimento al objeto de sobrevivir el invierno; realmente lo que se hacía era momificar el producto.
            En nuestra cultura era el adobado la solución para mantener la carne de la  matanza en condiciones óptimas todo el invierno, usando su cocinado y manteniéndola posteriormente en orzas con manteca para aislar del contacto con el aire. Por este motivo contamos con una tradición tan rica en productos de matanza, elaborando derivados del cerdo embutidos en tripas o bien cocinados de manera que la adoración porcina se mantenía a lo largo de todo el invierno, como si se tratase de un icono religioso a la par de terreno,  puesto  que suponía una tabla de salvación para la propia subsistencia en esta vida material, la próxima vida más espiritual ya llegaría en su momento...  

INGREDIENTES

 Zumo de 2 naranjas, Zumo de 1 limón,  1 Manzana verde rallada, 1 Mandarina,  ½ Kg. de azúcar, ½ litro de agua,
25 gr. de mantequilla, ½ taza de agua,  ½ taza de harina fina, 2 huevos,  Sal
  En primer lugar, vamos a disponer el zumo de la naranja y del limón en una cacerola. En segundo lugar, vamos a pelar la manzana y la mandarina y rallaremos la primera, dejando la pulpa de la mandarina entera. Uniremos la fruta al zumo de cítricos y le agregaremos el azúcar, dejando tapado con un paño en un sitio fresco para que macere durante una hora todo el conjunto.
                Transcurrido este tiempo añadir el agua y poner a fuego fuerte hasta que rompa a hervir y observemos que toma punto de caramelo, momento en que bajaremos a fuego lento unos cuarenta minutos mas, sin dejar de remover.
                Terminado este proceso, debemos dejar enfriar y traspasar posteriormente a su envase, que taparemos de forma correcta con un trozo de tela en la boca del tarro y sobre éste la tapadera de rosca.
                Hasta aquí podemos decir que hay hecha una mermelada de invierno bien simpática, pero si tenemos tiempo y ganas, podemos usarla para rellenar unos buñuelos caseros que van a ser la delicia de propios y extraños. Para ello sólo tenemos que preparar 25 gr. de mantequilla, ½ taza de agua, ½ taza de harina fina, 2 huevos y sal.
                Antes de empezar vamos a encender el horno para que precaliente, tras esto disponemos al fuego el agua y la mantequilla juntas y dejamos que rompa a hervir, momento en que incorporamos el resto de los ingredientes de golpe y removemos, a fuego medio a partir de ahora, hasta que la mezcla resultante se separe de las paredes de la cacerola.  En cuanto haga esto, apartamos del fuego y le añadimos los huevos de uno en uno sin dejar de batir para que liguen con la masa.
                Finalmente, colocamos con ayuda de una manga pastelera o de dos cucharas porciones de masa sobre una placa de horno y  horneamos hasta que doren. Cuando estén hechas y frías, sólo tenemos que romper un poco haciendo un corte transversal y rellenando de la mermelada. El resultado de esta receta es un auténtico pecado para las dietas. Espero que les guste.
               
               
 
 

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