miércoles, 2 de mayo de 2007

SORBETE DE UVAS




Cuando el terral hace aparición como algo implícito del verano malagueño, es muy difícil llevar a cabo tu jornada laboral, sobre todo cuando ésta consiste en acercarse a los fuegos de una cocina para cocinar. Hoy por hoy, en cualquier casa la cuestión se ha suavizado desde que surgieron las placas vitrocerámicas, aunque la sensación de sofoco no hay quien nos la quite, sea en un restaurante o en un piso del barrio de Capuchinos. Imagino que se harán cargo lo que significa para un profesional de la cocina arrimarse a los fogones durante horas en unos días como los que estamos pasando, ciertamente es un sacrificio digno del propio San Lorenzo, precisamente el patrono de todos los que nos dedicamos a este oficio.
REFRESCO ARTESANO
Penas aparte, cuando nos acercamos a la cocina para elaborar un helado o un sorbete, la cosa cambia y el resultado final nos anima a pasar un poco de penuria para luego disfrutar de un refresco artesano. Precisamente esta puntualización, la de la artesanía del plato de esta semana, es lo que me gustaría destacar sobremanera pues, aunque los helados y sorbetes forman parte de nuestro día a día, un preparado casero en nada se parece a lo que podemos probar en cualquier sitio. La explicación a que en ciertas heladerías los helados sean infinitamente mucho más buenos que en otras, se basa en que en las primeras se acercan todo lo posible a la técnica y metodología tradicional, añadiendo fruta auténtica y leche de verdad cuando es preciso.
UVAS IMPRESCINDIBLES
Al hilo de lo que estamos hablando, en esta receta que les traigo esta semana podemos prescindir del huevo, del vino o incluso del azúcar si me apuran, pero de ningún modo de las uvas y del limón, la fruta en definitiva. De esta guisa, es difícil creer que un postre a base de frutas pudiese ser llevado a examen por los médicos y ser debatido por su inconveniencia durante varios siglos por expertos que recelaban de si era o no apropiado el consumo de las elaboraciones frías para el cuerpo humano. No creo que ningún médico de los que dudaban fuese de Málaga o de Córdoba.
Aunque parezca mentira, es en la antigua Babilonia donde se han encontrado las primeras referencias escritas acerca de una receta de helado, a base de unos líquidos que se refrigeraban con nieve traída desde las montañas. También se ha constatado que los chinos y los egipcios acostumbraban a obsequiar a los viajeros ilustres con vasos de zumos de frutas servidos en copas heladas, mezcladas con miel y nieve; aunque en este punto tengo que confesar que si de los chinos me lo creo porque no hay algo mas listo que un chino, de los egipcios me cuesta creerlo pues, aún siendo igual de espabilados, en aquella época no existían los camiones isotermos para trasportar la nieve de las montañas y la zona derretía una alforja de nieve en un momento, por muy rápido que fuese el caballo que lo llevase; pero en fin…
MARCO POLO Y EL HELADO...
En nuestra querida Andalucía, aparecen otra vez los árabes para mostrarnos como se podía tomar nieve de Sierra Nevada y añadirle miel, almendras y jazmines para conseguir un salto cualitativo en la elaboración de los sorbetes y helados. Aunque fue el singular Marco Polo quién dio el espaldarazo definitivo a la incursión de los helados en Europa de manera global, ustedes dirán que a lo mejor lo del nombre de los polos que nos venden en los quioscos tiene algo que ver con el ínclito aventurero, yo no lo sé a ciencia cierta. Como decía, el viajero nos trajo de Asia unas recetas de helados que se obtenían enfriando artificialmente el preparado a base de agua con sal mezclada con nieve, consiguiendo así helar zumos con azúcar.
La receta de esta semana nos enseña una línea de trabajo donde aprovechamos las frutas en su más pura esencia, fruta autóctona por excelencia como son las uvas moscatel y los limones. Espero que sea de su agrado y que les haya refrescado la introducción.




INGREDIENTES

1 kilo de uvas moscatel, 1 limón, Un vaso de vino moscatel,
Azúcar, 2 Huevos.


Como he intentado explicar en la introducción, esta receta conserva la más antigua tradición de cómo elaborar sorbetes tal cual se hacían cuando no existían sorbeteras en casa para este menester, de este modo, no vamos a congelar una elaboración sino que vamos a manipular ingredientes congelados, que no es lo mismo. Así que comenzaremos para ello limpiando cuidadosamente las uvas eliminado la piel y cortándolas a lo largo con un cuchillo de punta que nos servirá para quitar las pepitas de éstas. Una vez cortadas, las colocaremos en los moldes de los cubitos de hielo de nuestro frigorífico disponiendo en cada compartimiento las que quepan sin aplastarse entre si, para evitar que suelten el jugo.

En el vaso de la batidora, disponemos las claras de los huevos y las batimos hasta conseguir llevarlas a punto de nieve, con una pizca de sal para que sean firmes. Enseguida le añadimos las uvas congeladas, tres cucharas soperas de azúcar y el zumo del limón. Comenzamos a batir el conjunto y cuando esté mezclado le echamos poco a poco el vaso de vino moscatel.
En cuanto que terminemos de mezclar estará listo para tomar. Si nos gusta decorar, podemos guardar unos trozos de uvas al principio y colocarlos sobre el sorbete una vez terminado, aunque estos trozos no deben estar congelados, tan solo fríos.

Como pueden comprobar, es una receta muy sencilla y sorprendente. Si no le ponemos el vino es, además, ideal para entretener a los niños cualquier tarde. Un saludo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario