domingo, 29 de junio de 2008

CARMEN AGUILERA, CARTA DE AGRADECIMIENTO



¡Que pequeños eran!, ¡que pequeños son!, y... ¡que pequeños serán siempre para nuestros ojos!

Hace muy poco, sin ir más lejos, no sabían leer, ni contar, ni cual era su derecha o su izquierda. Desde que comenzó esta aventura de aprender, cualquiera de nosotros lo ha tenido más fácil que nadie, jugábamos en el equipo de Carmen y eso da ventaja.

Recuerdo como si fuese ayer lo largo que se hizo el camino hacia la escuela el primer día de clase. No tienes ni idea de que profesora le ha tocado. Nada menos que mi niño es lo que voy a dejar, casi mi propia vida vestida con un babero.

Desde aquel día han pasado tres cursos y, tras lo vivido, todavía será peor el último día de clase. Ese día caminaremos en sentido contrario hacia casa, sabiendo que ni mañana, ni pasado, ni el otro, tendrán a Carmen de profesora enseñándole, con su propio ejemplo, como ser buena persona.

En la universidad se puede aprender una carrera, pero a que te quieran tus alumnos no te enseña nadie y tu te lo has ganado, Carmen.

Pocas son las ocasiones, al menos así nos parece, en las que te hemos dado las gracias por lo que haces; muchas han sido las que has contestado que sólo haces tu trabajo. ¡Bendito trabajo!, el que se ha de hacer junto a un buen puñado de corazones limpios. Los niños son las personas más honestas de la tierra, a cada uno le dan lo que merece, pues no conocen la hipocresía. Estos mismos niños, son los que te adoran.

En la vida, la suerte también hay que ganársela y tu eres una persona afortunada, te llevan a partir de ahora veinte y cuatro niños en el corazón, casi el doble de padres y un buen número de abuelos, casi “ná”.

Seguro, seguro, seguro, que en alguna ocasión quizás has necesitado un poco más de ayuda de los mismos padres que a día de hoy, tan agradecidos están. Como toda colaboración es poca y, sin duda, podíamos haber hecho algo más para ayudarte, en la tarea de educar nada más y nada menos que a nuestros propios hijos, nuestras más sinceras disculpas por si acaso pues, en esta vida, para exigir hay que ofrecer.

Es muy difícil describir la mirada de un niño, de lo que no tengo dudas es que, en tu clase, las miradas tienen un brillo especial y hablan como un solo grito. Ese grito sale del corazón de cada niño, de cada padre, de cada abuelo, y dice ¡GRACIAS!...., gracias de corazón.

Papas, mamas, abuelos, abuelos y niños.
Colegio Salvador Allende 2005-2008


2 comentarios:

  1. Ainssssssss que me he emocionado...
    Como maestra...que me gustaría que me escribieran algo así.
    Debe de ser una gran mujer.
    Y tú un gran padre por reconocerlo.
    Que sepas que me estoy leyendo tú blog entero y ...que voy a matar a los peces de una indigestión
    ¡Estaban muertos de hambre¡

    ResponderEliminar
  2. Tienes toda la razón en cuanto a que es una gran mujer.
    La verdad de todo esto es que, al acabar el curso me dijeron las madres de los demás niños que porqué no les escribía unas palabras para poder leérselas en la fiesta fin de curso a modo de agradecimiento. por tanto me puse manos a la obra y esto es lo que salió.
    Muchas gracias por el comentario y prometo pasarme por tu blog en breve.
    Adios.

    ResponderEliminar