martes, 10 de marzo de 2009

CONEJO CON CEREZAS

CONEJO CON CEREZAS

Si nos propusiésemos dedicarnos a la cunicultura de forma profesional, como mínimo levantaríamos expectación entre nuestros semejantes. Imaginen la siguiente situación. Una joven mocita que presenta en familia a su novio diciendo que es cunicultor de profesión, ante el asombro de todos como si acabasen de conocer al primer hombre que pisó la Luna. Tras un rato de charla, el gozo de propios y extraños iría a parar de cabeza al pozo, pues descubrirían con un breve interrogatorio que el novio de la niña a lo que se dedica es a la cría de conejos en cautiverio, que tiene ese nombre, cunicultura.
De cualquier modo, no deja de ser una profesión digna como cualquier otra, aunque los conejos no tengan un buen cartel en cuanto a su popularidad como profesión de un futurible yerno, por imaginar un ejemplo ilustrativo. No obstante, lo cierto es que los problemas de enfermedades en éstos han conseguido que su cría sea algo bastante rentable, ya que comienzan a escasear de manera alarmante. Aún así, no vayan a pensar que estoy postulando a los criadores de conejos como buen partido en detrimento de cualquier otro oficio, líbreme Dios.

UN POCO DE HISTORIA...
El conejo es un ejemplo claro de aquello que se describía en la canción con la frase:” ni contigo ni sin ti mis males tienen remedio, contigo porque me matas, sin ti porque me muero”. La abundancia de este animal ha sido un terror para la buena salud de las cosechas, pero su ausencia lo ha sido para el equilibrio del ecosistema ya que servían de comida para las rapaces y fuente de proteínas para los humanos. En la antigüedad, antes de la última glaciación, ocupaban toda Europa pero fueron estas nieves las que los relegaron a España y Norte de África procurando auténticos quebraderos de cabeza en la población debido a su proliferación. Precisamente fueron los soldados romanos quienes lo bautizaron, siendo requeridos por el pueblo balear para que combatiesen la plaga de unos grandes roedores que se estaban comiendo todo, según sus propias palabras, provocando hambrunas porque desaparecían las cosechas a su paso. Cuando los soldados se enfrentaron a tan peculiar adversario, advirtieron que se refugiaban en boquetes llamados por nosotros madrigueras, cuya traducción al latín era cunículus. Del término latino derivó casi automáticamente su nombre, pasando a llamarse los tuneladores, o sea de los cunículus pasaron a los conejos casi de forma automática como la mayoría de las palabras que adoptamos como propias derivadas del latín.

CARNE SIN COLESTEROL
La receta de esta semana reúne la carne del conejo y las cerezas de manera casi magistral, aportando una gran sutileza a su carne magra y blanca que se cocina de forma sencilla sin necesidad de muchas grasas. Precisamente es su ausencia de grasa lo que la hace ideal para dietas bajas en colesterol y para los que no toleran el ácido úrico. No obstante, esta característica la hace ser algo correoso al consumo, por lo que su guiso con frutas y hortalizas o su marinado con hierbas aromáticas facilitan su consumo y su masticado. Precisamente es esto lo que conseguimos al estofarlos junto a unas cerezas, obtener una sugerente receta de su manipulado y una presentación magnífica además del contraste dulzón, que resulta exquisito.


INGREDIENTES Y PREPARACION

½ Conejo troceado a cuartos, 2 Dientes de ajo, Aceite de oliva,
Sal y pimienta, 1 Cebolla, 18 Cerezas,
½ taza de vino Málaga, 2 tazas de caldo de pollo, Canela en rama.

Sazonamos el cuarto de conejo y lo marcamos en una sartén con aceite de oliva a fuego fuerte hasta que se dore por fuera. En cuanto que esté tostado, lo reservamos y empleamos la misma sartén para saltear los dientes de ajo pelados y machacados, la cebolla cortada en juliana fina y seis de las cerezas partidas por la mitad sin el hueso.
Mantenemos a fuego medio la verdura y la fruta hasta que la cebolla se haya pochado, momento en el que añadiremos la mitad del caldo y todo el vino Málaga, subiendo el fuego de potencia para que reduzca y caramelice el conjunto. Tras esto, trituramos y colamos todo para devolver a la misma sartén al objeto de que sirva de salsa para cocer el conejo. Por tanto, devolvemos el conejo a la sartén y añadimos el resto del caldo junto a una ramita de canela y de hervimos a fuego lento durante unos quince minutos.

Por último, salteamos a fuego medio en otra sartén las cerezas que nos quedan y las añadimos al conejo para que se terminen de hacer junto a la salsa. Rectificamos de sal y pimienta y servimos enseguida junto a unas patatitas fritas.

2 comentarios:

  1. Esta interesante tu blog, aunque ciertamene en México no estamos muy acostumbrados a comer conejos, y mas bien los veo con ternurita...snif!
    Es linda la mezcla de historias y recetas!
    Saludos

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  2. Muchas gracias por tu amable correo.
    Resulta muy alentador que me lea alguien desde México.
    Por favor, no dejes de visitar mi página y hacer cuantos comentarios se te ocurran. Procuraré contestarte a todos.
    La historia que complementa a la receta está documentada y es real pues hay gran tradición de cocinar conejos en Europa, aunque a todos no gusta comerlos por motivos sentimentales como te ocurre a ti.

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