sábado, 8 de septiembre de 2007

SOPA DE TOMATE


Este año, la Feria de Málaga ha venido muy bien en el calendario, para quien disfrute de vacaciones en Agosto. Una vez pasada por alto dicha Feria, aún quedan dos semanas hasta incorporarse al trabajo, quien lo haga en Septiembre. Con esto, hemos podido disfrutar de todo un poco sin renunciar al descanso que necesitan por igual cuerpo y mente.


En relación al descanso del cuerpo, el desorden en las comidas que provoca unas vacaciones es más importante de lo que imaginamos, si encima añadimos el agravante de quienes disfrutamos de una Feria tan magnífica como la de Málaga donde tenemos que pagar un simbólico un canon de nocturnidad, fritangas y alcohol a nuestro, ya de por sí, desordenado cuerpo. Por este motivo, les propongo esta semana una receta que reúne un importante aporte vitamínico, muy necesario para regular los desordenes que se pueden haber provocado. Ni que decir tiene que el reencuentro con la cuchara le sentará al cuerpo de maravilla pues, aunque seguro que han usado ésta para probar más de un poderoso guiso en las casetas de Feria del tipo callos o berzas, este plato de sopa de tomate no tiene ni pizca de grasa, por lo que sólo tomaremos los hidratos de carbono de las patatas que contiene y las vitaminas que les he comentado con la verdura, de manera que aliviaremos al hígado del trabajo y ayudaremos al intestino en el suyo, por la acción de la verdura.


La receta de la sopa de tomate preparada de esta forma procede de Alhaurín el Grande, pueblo donde se la conoce de una forma muy peculiar, pues allí la llaman “cardo por cima”, que viene a describir casi de forma onomatopéyica el hecho de que lleve caldo por encima de unas rebanadas de pan cateto. Es curioso el usar también el pan cateto en esta sopa, pues alguien podrá decir que se asemeja mucho a la sopa perota que hacen en Álora, aunque sin llevar la muestra de pepino en este caso que nos ocupa.


Es un hecho constatable, que en la provincia de Málaga las recetas se parecen y sólo se diferencian por la inclusión de uno u otro ingrediente, que es precisamente lo que tenían a la mano los habitantes de los pueblos para crearlas, siendo el ingenio de los lugareños el que hiciera posible el aprovechamiento de los recursos que se tenían gracias al cultivo o la pesca.


INGREDIENTES

1 Kg. de tomates maduros, 1 cebolla, 1 pimiento verde,
2 dientes de ajo, 1 l. de caldo, harina,
Azúcar, Hierbabuena, Sal,
Pimienta, Pan asentado.


En primer lugar, vamos a escaldar los tomates en agua hirviendo unos segundos para pelarlos más fácilmente. Pelamos la cebolla y la trinchamos en trozos pequeños. Con el pimiento hacemos lo mismo, procurando desgranarlo bien y cortarlo también en trozos pequeños.


En una cazuela con aceite de oliva, fondeamos la cebolla, el pimiento, los ajos y los tomates. Una vez rehogados, añadimos una cucharadita de harina fina y le damos unas vueltas, echamos el caldo o en su defecto agua y unas hojitas de hierbabuena. Una vez que rompa el hervor, apartamos y trituramos con una batidora, colándolo por el chino después para que nos quede bien fino.


Con el resultante de lo colado, preparamos una cacerola donde dejaremos que hierva a fuego moderado unos veinte minutos, rectificando de sal, pimienta y azúcar, pues el tomate es por naturaleza muy ácido en este tipo de preparaciones. En este punto de la receta, podemos añadir unas patatas cortadas a cascos si nos gusta.


Transcurrido este tiempo, cortamos unas rebanadas de pan cateto bien finitas y las disponemos en el fondo de los platos donde serviremos la sopa. Decoramos con unas hojas de hierbabuena fresca y lista la sopa de tomate.

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