domingo, 3 de febrero de 2013

BAVAROISE DE FRESAS


BAVAROISE O CREMA
BÁVARA DE FRESAS

La razón de ser de la propuesta de esta semana  no es otra que impedir que se nos marche la primavera sin homenajear a la fresa, precisamente en Andalucía las de Lepe  aportan más del 70% de la producción nacional, cuestión que provoca más admiración que risa. La crema bávara o bavaroise, no es una receta francesa aunque pudiera parecerlo, más bien su origen es producto del buen hacer de los grandes maestros cocineros que emigraron a la corte bávara de los príncipes de Wittelshbash, Alemania, donde trabajaron los mejores chef de Francia. La base de todo bavaroise, es la mezcla de puré de frutas, gelatina y nata montada.
                El alma de la receta es la fresa, que nos viene muy bien en esta época pues son de las frutas que menos calorías aportan a quien se las come. En cambio, lo que sí nos regalan son tanto vitamina C como flavonoides, que le dan su color característico; abundante fibra y potasio que nos ayudan con su poder diurético. Como nota curiosa, las fresas y fresones tienen caroteno como las zanahorias, por este motivo son interesantes de consumir si queremos un bonito bronceado.
                Cuando vamos al mercado, podemos encontrar la fresa cultivada, el fresón y la fresa del bosque. Esta última, es la más apreciada y se encuentra en las montañas junto a los pinos y las hayas. Las cultivadas son de mayor tamaño pero de menor sabor. Por último, el fresón es común en el mercado tanto como la cultivada, pero su sabor es el de menos matices de los tres. Tanto unas como otras no les conviene lavarlas hasta justo el momento de comerlas, al mismo tiempo que les quitamos el rabo y el tallo.
                Las fresas han sido inspiración para literatos a lo largo de los siglos por su forma, color, olor y sabor tan sugerentes. Por ejemplo, Virgilio las llamaba “la fragancia del bosque” y advertía en su obra “Las bucólicas” a todos los que las buscaban por el bosque  de la lujuria que se escondía tras la perfumada inocencia de su apariencia.  Por otro lado, Ovidio defendía de forma onírica el origen de las fresas de la siguiente manera: “frutas rojas en forma de corazón de las lágrimas que Venus derramó por su amado Narciso, víctima del celoso Marte”, también Plinio el viejo las consideró “hijas del bosque dignas de alto aprecio”. De hecho, su propia definición botánica la hace ser sugerente por sí misma, pues si le preguntamos a un botánico, como yo he hecho, nos diría que son infrutescencias en forma esférica o cónica, engrosamientos de los receptáculos florales que apiñan pequeños frutos y destacan, cada uno la propia semilla.
               
 
Finalmente, me gustaría comentarles que las fresas son además de una fruta, un sabor que está presente en muchísimos preparados de nuestra dieta como pueden ser los batidos, las tartas, los yogures, los siropes, los helados y un largo etcétera que a buen seguro ustedes me podrán apuntar. Pero lo curioso de todo esto es que cuando comemos fresas, este sabor no aparece como está presente en los preparados antes citados, misterios de la vida que no son tanto pues la fresa del bosque les puedo asegurar que sí sabe cómo puede saber un yogur o un pastel con relleno de fresa, aunque este tipo de fresa no es fácil encontrar y su precio es abusivo, por lo que se destina a un público muy determinado y a dar sabor en la industria alimenticia a unos aromas que son capaces de perfumar a cien veces el peso de fresas usados. Vamos que puede saber a fresa lo que nos propongamos partiendo de una cantidad ínfima de ellas.

INGREDIENTES
 

 500 gr. De fresas, 150 gr. De azúcar, 8 hojas de gelatina, Zumo de limón, 1 copa de brandy, ¼ ltr. De nata montada, Un yogur natural

                En primer lugar, vamos a limpiar y a trocear las fresas y las disponemos a cocer con un poco de azúcar, reservando dos o tres de ellas enteras que nos ayudarán a decorar finalmente el postre. Cuando estén cocidas, las pasamos y las colamos por el chino. A este puré de fruta, le agregamos el resto de azúcar el brandy y el zumo de ½ limón, pasando a calentarlo al baño María muy suavemente.
                Mientras el preparado se calienta, sin llegar a hervir, remojamos las hojas de gelatina unos tres minutos y las escurrimos bien para incorporarlas al cazo que está al fuego y le damos vueltas con una cuchara de palo hasta que se mezclen totalmente y lo retiramos del fuego.
                Cuando se haya templado, le agregamos la nata montada y lo removemos con cuidado de no desmontar la nata y se nos venga abajo. Una vez hecho esto, lo vertemos en un molde y lo enfriamos un mínimo de seis horas antes de consumir.
                Este postre es muy fácil de elaborar, la única complicación  que podría llegar a tener es en el momento de desmoldarlo, que es conveniente calentar agua y al vapor que desprenda al hervir, le acercamos el molde para que el calor suave lo despegue de las paredes y podamos volcar sobre un plato para decorarlo con una capa encima de yogur batido con azúcar cubriendo todo el bavaroise a modo de salsa, unas cuantas fresas que hemos reservado y un poco de nata montada. 
                 
 

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