Con la llegada de Febrero y el correspondiente cobro del mes, la
penitencia y el viaje por el desierto parece que desaparecen, al menos hasta
que vayan llegando las cartas del banco con los cargos de las tarjetas de
crédito, motivo por el que volveremos a caer en la mas profunda depresión sólo
superada por la llegada de San Valentín que nos avisa que de todo se sale y que
gastemos sin miramiento e invitemos a cenar a nuestra pareja, le compremos algo
y nos comportemos como si fuésemos los amantes de Teruel, ya saben…
En la etapa de transición en la que
nos encontramos, a caballo entre la zambomba que suena muy lejos y casi ya no
se oye, los pitos carnavaleros con su sonido ronco y socarrón y las marchas
solemnes de procesión que se acercan germinando en el interior de las casas
hermandad sin que no se aprecie desde fuera, irrumpe el día de San Valentín que
los centros comerciales nos recuerdan cada año que es muy importante pues
debemos reavivar el fuego del amor a golpe de tarjeta de crédito.
El amor es una receta que cada uno
de nosotros puede escribir extensamente y conseguir un maravilloso plato según
sus propias proporciones; no obstante, puedo permitirme recomendarles que
practiquen a diario en su cocinado pues de ser así, les saldrá cada vez el
guiso mas sabroso. De todas formas, si quieren sorprender a su pareja como se
supone que hacen a diario, intenten hacer este sencillo postre y saboréenlo
juntos con una copita de Málaga dulce de acompañamiento, si les resulta
agradable la velada acuérdense de este humilde consejero y me daré por
satisfecho. Gracias y un abrazo.
INGREDIENTES
½ lt. De nata líquida Pasas, un puñado Higos secos, un puñado
Orejones, un puñado Confitura de melocotón Azúcar glas, ¼ Kg.
250 grs. De masa
quebrada Brandy,
un chorrito
4 cucharadas de
azúcar 4 huevos ¼ Kg. de
mantequilla
350 gr. de harina
fina
En primer lugar vamos a prepara la
masa quebrada que nos ha servir de base para hornear la tarta. Para ello, vamos
a derretir la mantequilla a fuego lento hasta que esté a punto de pomada,
seguidamente la pasamos a un bol
añadiéndole el azúcar glas y un huevo y mezclamos convenientemente hasta
que sea una masa homogénea.
Foto de Rita Cifuentes |
Transcurrido este tiempo prudencial,
vamos a hornear la masa para que nos sirva de base para la tarta. Antes de
realizar esta operación, vamos a poner a macerar las frutas en el brandy,
removiendo de vez en cuando para que tomen el aroma.
Disponemos el horno a unos 170/180º
y despegamos la masa con una espátula de la bandeja y la colocamos sobre un
molde de tarta, recortándole lo sobrante con un cuchillo. Introducimos en el
horno y la dejamos hasta que esté tostada, para ello debemos observar
constantemente y si lo creemos necesario, abrimos un poco el horno si éste no
nos permite ver bien desde fuera que es lo que pasa dentro de el; tengamos en
cuenta que no estamos fermentando una masa, así que no pasa nada por abrir unos
segundos.
Sacamos la tartaleta que hemos
obtenido en el horno sin desmoldar, puesto que la vamos a poner otra vez en su
interior. Rellenamos con las frutas pasas maceradas y le añadimos la masa de
huevos, azúcar y nata de manera que cubra las frutas.
Horneamos de nuevo, esta vez vamos a
respetar los tiempos, unos treinta minutos a 175º y no vamos a abrir la puerta
del horno hasta que la tarta esté cuajada.
Cuando esté hecha la tarta, pasados
los minutos de rigor, dejamos enfriar y desmoldamos sobre una blonda y una
fuente firme debajo. Para la decoración de ésta, podemos usar la confitura de
melocotón aligerada con el brandy y un poco de agua y la untamos en la
superficie para que toda brille por igual. Si encontramos unas fresas bonitas,
podemos ponérselas también y tengan por seguro que su enamorado o enamorada caerá
a sus brazos de forma irremediable. Espero que sea de su agrado el consejo en
toda su extensión.
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