viernes, 28 de diciembre de 2007

CARPACCIO DE PIÑA CON MOUSSE DE CHOCOLATE

CARPACCIO DE PIÑA
CON MOUSSE DE CHOCOLATE
 ¿Sabían que el primer barco que llegó a socorrer al Titanic se llamaba “Carpaccio”? Nada tiene que ver con la temática de este artículo esa curiosidad, pero no podía resistir la tentación de contarla. Sobre todo teniendo en cuenta que Carpaccio no era ni un barco ni un filete fino de nada, si no un pintor llamado Vittore Carpaccio.
 PLATO CON LEYENDA URBANA
Visto lo visto, ¿qué lleva a relacionar a un pintor con una preparación novedosa en cocina? Como todo en la vida, un detalle o una casualidad viene a ser origen de una receta pero en este caso, aún cuando el origen es muy incierto, dice la leyenda urbana que a mediados del siglo pasado en un bar veneciano llamado Harry´s, había un cliente asiduo que el médico le prescribió comer carne cruda. En el afán de satisfacer por el hostelero y en el deseo de no cambiar de restaurante por el cliente, se le prepararon unas finas láminas de ternera presentadas en crudo y aderezadas con aceite de oliva, limón y unas lascas de queso parmesano. La agudeza visual y el ingenio a partes iguales de quien veía el plato, llegó a identificarlo y asociarlo con los cuadros del pintor Carpaccio, pues en éstos predominan los colores vivos rojo y amarillo, en alusión al rojo de la ternera y el amarillento del queso curado rallado.
ELEGANCIA Y SENCILLEZSea como fuese la leyenda del nombre del plato, un carpaccio de un alimento no es más que una presentación de éste en crudo y cortado en finas láminas que se aderezan con aceite de oliva y zumo de limón. Por tanto, aunque de un nombre muy historiado y elegante, el plato es de una sencillez tal que la única complejidad reside, ni más ni menos, en la calidad de su componente que habitualmente es ternera, aunque setas, calabaza, pescados, mariscos y, en nuestro caso, piña pueden conformar un suculento carpaccio digno de llamarse como tal.
DESPEDIMOS EL AÑO DESDE EL BLOGAunque parezca mentira, me encuentro de nuevo escribiendo la última receta del año en curso. Ya van unos cuantos momentos como éste y no quisiera caer en la repetición cuando les desee lo mejor para el año que llega, pero es lo que me sale de dentro y es lo que voy a hacer. Háganme un favor, reúnanse de quienes sean sus seres más queridos y paguen todas las deudas sentimentales que tengan pendientes pues son las únicas de las que se nos rendirán cuentas allá donde vayamos. Por las demás deudas, no se preocupen más de lo justo por unos días y dejen que su corazón sea el único que le dicte obligaciones. El orgullo, la soberbia y los prejuicios son los que separarán las familias y dejarán a los hombres sin amistades, es por eso que no deben hacer más caso del que sea menester a estos sentimientos y si tender sus manos hacia quienes merecen que se las estrechen y los brazos a quienes sean dignos de ser abrazados.
         
INGREDIENTES Y PREPARACION:
 
175 g. De chocolate, 30 g. De mantequilla, 4 huevos, 80 g. De azúcar, 1 copa de Brandy, Virutas de chocolate, 1 piña, 1 vaina de vainilla, Aceite de oliva, Sal gorda, Pimienta rosa.
En primer lugar, fundiremos el chocolate en el microondas junto a la mantequilla en un bol. Propiamente, el chocolate funde a 45º de forma que metiendo un par de minutos a máxima potencia debe ser más que suficiente para que comience a fundir. Una vez iniciado el proceso en el que cambia de estado el chocolate, debemos acompañar la operación con movimientos de vaivén del bol o ayudados de una cuchara de palo para repartir el calor y que el chocolate se vaya derritiendo poco a poco. Una vez que se funda y tenga la apariencia de un fluido, lo dejamos aparte para que vaya enfriándose, moviendo de vez en cuando con la cuchara.
Mientras damos tiempo al chocolate fundido para que se enfríe, separamos las yemas de las claras y colocamos las primeras en un bol y le añadimos el azúcar, removiendo perfectamente hasta que las yemas aumenten de volumen. Con las claras, dispuestas en otro recipiente debemos montarlas a punto de nieve muy firme, ayudada de una pizca de sal y un movimiento constante de varilla o un robot de cocina.
Cuando tengamos de un lado el chocolate enfriado, las yemas mezcladas con el azúcar y las claras a punto de nieve, echamos el chocolate sobre las yemas y mezclamos perfectamente y, tras esto, añadimos las claras montadas sobre la pasta de chocolate con yemas y unimos cuidadosamente muy despacito para que no se bajen las claras. Una vez que el color de la mezcla sea uniforme, introducimos en la nevera al menos tres horas para que tome cuerpo el mousse de chocolate.
Transcurrido este tiempo, nos disponemos a montar el plato. Para ello, cogemos el aceite de oliva y le añadimos las semillas de la vaina de vainilla que conseguiremos cortándola a lo largo y raspando ésta con la punta de un cuchillo. Ayudados de una varilla montamos el aceite enérgicamente y lo reservamos.
Con el aceite preparado y macerando, cortamos la piña a ambos lado y le damos un corte en el centro para ponerla de pie y comenzar a pelarla con mucho cuidado de no dejar ni un solo rastro de piel. Una vez pelada, cortamos en láminas lo más finas posible, desechando el corazón que está duro, y las colocamos en el fondo del plato cubriéndolo por completo. Sacamos de la nevera el mousse de chocolate y, con dos cucharas o un saca-bolas de helados, moldeamos una ración que colocaremos en el centro del plato. Finalmente, rociamos con un cordón del aceite de vainilla y sazonamos con sal gorda y unos granos de pimienta rosa recién partida con el canto del cuchillo.
Como toque decorativo, podemos utilizar un pedazo de chocolate y rasparlo con un cuchillo para obtener así unas virutas con las que ilustrar nuestro plato, añadiendo un toque último de hierbabuena.

martes, 18 de diciembre de 2007

CAPON ASADO

CAPON ASADO
“En Nochebuena y Navidad,
la brasa calienta más”.
Popular.
El efecto que produce el sonido de una pandereta en un pavo o en un capón, debe ser el mismo que provocaba el de los tambores de guerra de los indios apaches en los colonos americanos. Si me apuran, hay otro colectivo que, pavos, capones y colonos aparte, al escuchar el sonido de una zambomba, serían capaces de llegar a pagar cincuenta euros por un boquete donde esconderse, y no es otro que el de los cocineros.
Pavos, capones, si me apuran también besugos, y cocineros son asaltados de la misma forma en estas fechas, aunque por ahora no está de moda comerse a los últimos. Además, somos igual de socorridos tanto los unos como los otros, puesto que si no sabes que cocinar en Nochebuena, podemos recurrir al capón relleno o pavo en pepitoria y, si igualmente no sabes que cocinar y no tienes pavo ni capón, recurres a preguntar al vecino o al marido de una amiga que, como es cocinero nos dirá que menú poner esa noche. En definitiva, que se me está poniendo cara de pavo, lo confieso.
NAVIDAD CON EL CINTURON APRETADO
En estas fechas, no voy a caer en la tentación de usar la coletilla de entrañables pues ya se encarga la radio en publicidad de decirlo, no me cambio por nadie del planeta tierra por mucha globalización que nos quieran meter los políticos que Dios nos ha mandado en castigo. Con una sola miradita a la prensa, no hace falta ser un lince de Wall Street para darse cuenta que la cosa está muy mala para todo el mundo, pues de repente hemos descubierto que no tenemos un duro, pero de un día para otro y sin que podamos remediarlo. A pesar de ello, todos los expertos en consumo nos aseguran amparados en las encuestas, que yo no conozco a nadie que le hayan hecho una por lo que no se de donde las sacan, nos aseguran que si en algo no vamos a ahorrar nada, es en comprar comida.
Si nuestra mujer nos ha pedido una thermomix para los reyes, ya puede estar despidiéndose de la idea y si los niños están pensando en que este año cae una playstation, yo les recomendaría que se sentasen cómodamente a esperar a los del que viene, pues éste me da que va a ser que no. Pese a todo, este desolador panorama no nos va a quitar las ganas de irnos al Carrefour y macizar un carrito de comida como si estuviésemos esperando que caiga la bomba H y tuviésemos que estar en un bunker varios años sin salir. Eso sólo pasa aquí y es lo que no puede cambiar por muy europeos que nos hayamos vuelto, pues la capacidad para reírnos y aprovechar cualquier excusa para echar un rato y espantar fantasmas de nuestras cabezas a base de comer y beber es lo que nos hace ser especiales respecto al resto del mundo mundial.
LA NAVIDAD ES INMINENTE Y NO TIENE REMEDIO...
Como cada año, la Navidad está encima y no vamos a tener manera de escapar de ella, por mucho que nos aterrorice a más de uno. Así que armémonos de paciencia y buenos deseos hacia nuestros semejantes y procuremos rodearnos de nuestros seres más queridos, que en definitiva es lo único que merece la pena. Por mi parte, como este año escuchamos publicidad del consumo de los capones hasta la saciedad, creo que es una buena excusa para explicarles como se hace uno y que nos quede muy resultón de una manera sencilla y fácil de manejar en casa con los hornos domésticos que tenemos a nuestra disposición.
Un abrazo.
INGREDIENTES Y PREPARACION:
1Capón de 3 Kg. ,250 g. de magro de cerdo, 8 Salchichas frescas,100 g. de ciruelas pasas, 50 g. de orejones, 20 g. de piñones,1 manzana, 1 trufa, Canela molida,2 Vasos de Jerez seco, 3 cucharadas de manteca de cerdo, Sal, Aceite de oliva, Pimienta.
Limpiamos el capón, colocándolo en una fuente apropiada y lo regamos con el vino para que macere mientras preparamos el relleno.
Para el relleno, cortamos las salchichas en dados y la rehogamos junto al magro en una sartén con aceite de oliva. Añadimos los orejones, las ciruelas, la manzana en daditos y la trufa laminada. Cuando estén pochados, agregamos una tacita del vino que está en la fuente del capón, sal, pimienta y una cucharada de canela molida.
Escurrimos el capón y lo rellenamos con la mezcla que hemos cocinado ayudados de una cuchara de madera. Cosemos con hilo de bramante la abertura y atamos las patas para que no se abran durante la cocción. Untamos el capón con la mitad de la manteca de cerdo y usamos el resto para engrasar el fondo de una fuente de horno, donde pondremos el capón relleno.
Precalentamos el horno a 220º y metemos el capón treinta minutos. Pasado este tiempo, regamos con el vino que estaba en la fuente primera y bajamos la temperatura a 180º, dejando cocer una hora más hasta que esté tierno. Es conveniente regar de vez en cuando con su propio jugo durante la cocción.
Como guarnición, cuando falte media hora para terminar, podemos añadir unas manzanas enteras descorazonadas a la bandeja del capón para que se hagan junto al asado.


lunes, 17 de diciembre de 2007

PATATAS REVOLCONAS




Si preguntásemos a más de un niño, seguro que no imagina ni por un asomo que la leche que bebe viene de ordeñar una vaca, ni que el jamón que tanto le gusta sale del cerdo, que por cierto le da asco y encima huele muy mal. Lejos de todo lo que puede parecerse al campo y a la crianza animal, cualquiera de los pequeños de hoy día entiende más rápido el mundo virtual de un videojuego que el hecho de que las hamburguesas que devoran están hechas, o al menos deberían estarlo, de la carne de las sucias vacas que mastican sin descanso hierba que, además, cogen del suelo.


En contrapartida a este panorama que tenemos delante, desde la llegada de los primeros fríos y hasta casi el final de Febrero, las matanzas del cerdo se convierten en un nexo entre lo actual y lo antiguo, cargando de una simbología ancestral que venia de la mano de una parafernalia casi pagana, la cual intentó erradicar la iglesia con éxito, vinculando la celebración de la matanza con la derrota que infringió la fe cristiana a la musulmana invasora.


Cuando se realiza una matanza, es casi tradicional convertir la jornada en casi una fiesta gastronómica puesto que, en la antigüedad, ésta significaba la casi segura subsistencia de la familia del dueño del cerdo durante el invierno, de ahí que un cerdo fuese como una inversión en bolsa a riesgo cero donde el beneficio se recoge en forma de chorizo.


De esta fiesta gastronómica, seguro que se van a probar las primeras morcillas, así como el hígado, freirán la sangre y por supuesto harán una prueba de matanza con el lomo. Precisamente, la receta de esta semana contiene elementos que resultan de una matanza en toda regla, una prueba de lomo, tocino fresco o panceta ahumada. Mezclando patatas con la fritura de estos productos, la labor de la matanza que no era nada cómoda pues requería de una larga jornada de trabajo, se sobrellevaba mejor. No podemos olvidar también el acompañamiento de las migas, los torreznos de tocino y las libaciones de vino tinto del lugar, que se dejaba enfriar al sereno cuando arrancaba la jornada al alba. Con todo ello, para una persona a la que le guste comer y beber, el que le inviten a asistir a una matanza es un hecho comparable a llevarse a un niño a Disneyland París.
Un abrazo.


INGREDIENTES

750 g. de patatas, 100 g. de beicon, 1 cebolla mediana,
Aceite de oliva, Sal, 1 loncha de jamón,
150 g. de lomo de cerdo, 1 pimiento verde, pimentón dulce y picante.

En primer lugar, vamos a pelar las patatas y las dispondremos a cocer en agua salada. Mientras éstas cuecen, trocearemos pequeñitos el jamón, lomo y beicon, dorándolos en una sartén al fuego y reservándolos cuando estén cocinados.
En el mismo aceite donde hemos salteado la carne, sofreiremos la cebolla y el pimiento picados muy finos y procurando estofarlos a fuego lento. Cuando se haya pochado, los retiraremos del aceite y lo agregamos a la carne que teníamos reservada, mezclando ésta y la verdura.
Cuando las patatas estén cocidas, las escurrimos y colocamos en un bol. Calentamos de nuevo el aceite donde hicimos la carne y la verdura y le echamos una cucharada de pimentón dulce y un poquito de pimentón picante. Removemos y retiramos inmediatamente del fuego para que no se queme, pues sabría a amargo.
Cuando el aceite esté tibio, vamos echándolo sobre las patatas poco a poco para que vaya absorbiéndolo, ayudándonos con una cuchara de madera con la que iremos rompiéndolas hasta que queden deshechas.
Seguidamente incorporamos la carne y la verdura removiendo concienzudamente hasta que nos quede una especie de puré.
Podemos decorar con perejil fresco trinchado o bien huevo duro picadito, que le viene genial.

lunes, 10 de diciembre de 2007

CARNE MECHADA


CARNE MECHADA

El día de la Inmaculada sirve para dos cosas, primero para conmemorar a las que así se llaman y segundo, para advertirnos que a partir de ahora podemos aligerar para hacer las reservas en los restaurantes o nos quedaremos haciendo la comida de empresa de este año en el portal de la oficina. A partir de este día estamos avisados de que la llegada de la Navidad ya no tiene remedio, por mucho que digamos que aún es pronto. El que más y el que menos aprovecha el puente de la Inmaculada para engalanar su casa con el montaje del Belén y del árbol de Navidad, que no es más que una forma de rendición ante la aplastante evidencia que se nos viene encima.


NAVIDAD, CARRERA DE FONDO


Desde el punto de vista social, la Navidad es un acontecimiento que pone a prueba la resistencia física y emocional de los más valientes. Es difícil librarse de una reunión o comida de empresa y su organización reúne todos y cada uno de los tópicos de nuestra Málaga querida, además de la avalancha de amigos y conocidos que nos dicen “…que tenemos que vernos…”, con lo que se produce un efecto estresante en quien pretenda cumplir con, por lo menos, la mitad.


COMIDAS DE EMPRESA. DIOS NOS LIBRE


En relación con las comidas de empresa, podríamos escribir un tratado de sociología aplicada de varios tomos y sólo abarcaríamos unas breves pinceladas del fenómeno en cuestión. Para empezar, nadie quiere hacerse cargo de la organización. Finalmente, surge la figura del lanzado, quien suele gozar de más popularidad entre los compañeros, que además tiene experiencia en esto de los restaurantes pues un año, cuando era joven, trabajó un mes en un chiringuito de la playa, para ahorrar para la feria. Con una acreditada solvencia gastronómica y una total eficiencia organizativa, coloca una lista en el tablón de anuncios para que cada uno apunte si va a querer carne o pescado y que vino prefiere. Obviamente, nadie sabe de antemano que es lo que quiere, pero para no parecer indulgente pone lo que se le ocurre y así parece que la cena le interesa mucho.


El siguiente paso es el de organizar una comisión que vaya al restaurante para mirar menús y hacer la reserva. Nuestro amigo es quien comanda la expedición, sin ningún problema para encontrar compañía pues saben a ciencia cierta que en el restaurante los van a invitar a una copilla por ir a gestionar un banquete. El cabecilla es quien toma la iniciativa y habla con el encargado del establecimiento, como si le viniese a ofrecer la salvación de su negocio para siempre gracias a su comida para doce… o para treinta, es que no lo sabe seguro. En realidad nuestro amigo empieza a parecerse cada vez mas a nuestro Peñita-Man de la feria, ¿se acuerdan? Desde el restaurante mismo, tiene que llamar a todos uno a uno de los compañeros y preguntarle si quiere postre o café, o si quieren lenguado o solomillo, con lo que se le va un dineral de móvil.
Tras hablar con todos y cada uno de la empresa, llega el momento de que nos digan el precio por persona, pero sin importar demasiado el montante pues “de lo que se trata es de pasar un rato”. Obviamente un sudor frío recorre las espaldas de nuestro Peñita-Man versión navideña y de sus acompañantes, cuando descubren que hacer la pelota al dueño del local hablando de fútbol no les ha servido de nada; a cada uno les van a volar un billete de cincuenta euros para el menú y la placa del que se jubila; las copas, además, irán aparte. Esto obliga a nuestro héroe a volver a llamar a todos los compañeros de nuevo con su móvil para sondear opiniones, el facturón de teléfono se lo recordará la mujer hasta Mayo por lo menos.


El dueño del local hace como el que se ausenta para que puedan hablar entre ellos y aprovechan el momento para decidir que en realidad a estas cenas no se va a comer sino a echar un rato juntos… de manera que tampoco es importante que haya gambas, o que el jamón sea ibérico tampoco es clave. De esta manera acuerdan que los entrantes se conviertan en salientes, el cocktail de gambas sea un caldito del puchero, calentito eso sí, y el solomillo han pensado que es malo para el colesterol y lo van a cambiar por una carne mechada, que es muy navideña; y en cuanto al vino se ha decidido que como vienen muchas mujeres es mejor tinto con casera para que refresque mas.


Cuando llega el día de la cena, nuestro abnegado amigo casi no se habla con nadie porque se ha quemado tanto andando detrás de unos y de otros que, de no ser porque se ha pagado por adelantado, a la comida ni iba. Para colmo, a estas personas suele ocurrirles que encima tienen la mala suerte de que les toca el jefe al lado y se pasan la cena hablando de trabajo y sin poder hacer un solo chiste de éste. Cuando llegan los postres se saca la placa y mientras el homenajeado de turno hace su discurso, que siempre hay un homenaje porque el jefe aprovecha la comida de Navidad para hacer estas cosas y ahorrarse una invitación en otra fecha, los avispados aprovechan para ir pidiendo los cubatas hablándole al oído al camarero, que a estas alturas casi forma parte de la empresa.


Cuando se consumen las copas, comienzan los cantes regionales, las críticas al gobierno, a la iglesia, al alcalde y al presidente de la comunidad. No se deja títere con cabeza y de la conversación podríamos postular para firmar un pacto mundial por la paz, gracias a las opiniones brillantes que se formulan y a lo fácilmente que se arregla el mundo en estos casos.
En resumen, en mi opinión todo el mundo es bueno y al que no lo es hay que darle la oportunidad de demostrar que puede serlo. Esta es mi receta de esta semana, paciencia para lo que queda de Navidad, paciencia con el restaurante donde hagan su comida de empresa y disfruten de la vida, que es de lo que se trata. De todas formas, vamos a repasar la manera de hacer la carne mechada por si nuestros amigos no encuentran sitio donde reservar y tienen que hacer ellos mismos la cena.



INGREDIENTES Y PREPARACION:

Redondo de ternera de 2 ½ Kg. 200 grs. De tocino,
100 grs. De manteca de cerdo, 250 Cl. De vino blanco,
2 zanahorias, pimienta y sal,
1 cabeza de ajos, 1 cebolla, dos tomates y dos puerros.
Harina fina.

El tocino, en primer lugar, lo vamos a preparar cortándolo en tiras y metiéndolo en el congelador. Cuando esté duro, con ayuda de una aguja de mechar lo introducimos en el redondo. Sazonamos la carne y la pasamos por harina levemente, colocándola en una placa de horno engrasada con manteca de cerdo, o en su defecto, aceite de oliva.


Metemos la carne en el horno fuerte y la doramos por todos los lados. Una vez dorada, echamos las verduras peladas y troceadas y bajamos la temperatura del horno un poco. Vigilamos constantemente para que no se reseque la carne, regando con vino blanco el conjunto cada vez que sea necesario y usando, a su vez, el propio jugo resultante. Alrededor de unos 50 minutos debe estar en el horno, pasado este tiempo, pincharemos la carne para comprobar que no suelta sangre por el orificio, así como hundiremos un dedo en la superficie de ésta observando que vuelva a su posición original, como si fuese de goma, avisándonos de que está en su punto. Junto a todo el jugo que resulte, pasamos las verduras por un triturador y un colador para hacer la salsa una vez sacada la carne del horno.


La presentación del plato se hace cortando filetes del redondo no demasiado gruesos y acompañando con la salsa y unas patatas guisadas a lo pobre o fritas. Espero que les guste.

jueves, 6 de diciembre de 2007

CAPRICHO DE MORCILLA


CAPRICHO DE MORCILLA


Cuando queremos que alguien nos deje tranquilo, o lo damos por imposible porque no entra en razón, utilizamos habitualmente la expresión “anda y que te den morcillas”, como carpetazo a una situación que no queremos seguir tolerando y que nos resulta molesta. Lo cierto es que aunque su utilización es frecuente, ¿sabemos de donde viene tal expresión?


UNA FRASE CON HISTORIA


La auténtica historia de esta frase hecha se centra en la Francia anterior a la toma de la bastilla, azotada por una plaga de la enfermedad de la peste que causó numerosas muertes. Tras muchas investigaciones, se determinó que los innumerables perros y gatos que vagabundeaban por las calles de parís, donde aún no había agua corriente, eran los transmisores de la enfermedad. Por ello, se decidió alimentar a los animales con embutidos envenenados para exterminarlos. A raíz de aquello, cuando alguien molestaba y debía ser ajusticiado se le aplicaba la frase “que le den morcillas”, para enjuiciarlo y condenarlo por una segura culpa.

Con la receta de esta semana no pretendo, ni mucho menos, envenenarlos si no más bien obsequiarles con un entrante que podemos considerar de lujo y que en la localidad riojana de Toloño cuenta con gran popularidad por ser la cuna de la receta misma. Espero que les guste esta sencilla idea y que si han de organizar una cena para algún invitado, seguro que les hará quedar bien con ellos.
Un abrazo.



INGREDIENTES

1 morcilla de Burgos, 1 huevo, 300 g. de almendras,
1 cebolla , 1 pimiento, 2 tomates maduros,
3 dientes de ajos, 2 ñoras, una rebanada de pan.

Lo primero que tenemos que tener claro es que vamos a hacer una especie de albóndigas de morcilla, usando como masa la carne de morcilla de Burgos. Para ello debemos pelar de piel la morcilla y trocear hasta machacarla en un bol. Una vez machacadas con ayuda de un tenedor, le añadimos un huevo batido para que nos ayude a que la masa se compacte.


Con la masa preparada, hacemos unas bolitas no demasiado grandes usando las manos para ello. Después de la operación, apartamos 200 g. de almendras peladas y crudas y las trinchamos con el cuchillo hasta conseguir cubitos de almendra con los que rebozaremos las albóndigas de morcilla, usando un plato hondo donde revolcaremos literalmente éstas para que se impregnen de trocitos de almendra.

Disponemos una sartén con aceite de oliva y freímos a fuego medio las albóndigas hasta que la almendra se dore, momento en que retiramos y sazonamos levemente para realzar el sabor de la almendra.


Con el capricho de morcilla hecho, prepararemos una salsa Romescu sencilla que nos ha de servir de base. Para ello pondremos a remojar las ñoras en vino blanco y cortaremos la cebolla, el pimiento, los ajos y los tomates y los sofreiremos hasta que estén bien estofados. Cuando la verdura esté en su punto, la trituramos añadiéndole la carne de las ñoras hidratadas, así como los 100 g. restantes de almendras que habremos frito previamente. Una vez batida la verdura, añadimos una rebanada de pan tostado para que se ligue la salsa y un toque de vinagre junto a un chorro generoso de aceite de oliva en cantidad necesaria para que monte la salsa, sin dejar de batir, como si fuese una porra antequerana.


Finalmente, colocamos un fondo con montoncitos de salsa en el plato y encima de cada montón una bola de morcilla con almendras. Como guarnición le vienen muy bien unas patatas cocidas al natural y un poquito de perejil trinchado por encima.